Tal vez un año y medio atrás tomó la decisión de no volver a trabajar por los intereses de alguien más y así lo cumplió. Un día se encontró en casa, con la cama sin hacer, en pijama, sin maquillaje, con el cabello revuelto, sin sus tacones y sin sus preciados accesorios y entró en pánico. Vio como sus bolsos, su ropa planchada y sus zapatos de tacón permanecían intactos y los vio tan suspendidos en el olvido que sólo optó por llorar. No se veía llevando una vida así de tranquila sin el olor a glamour con el que solía llenar sus días. No quería aceptar su nueva vida y la desesperanza se apoderó de ella al punto de querer salir corriendo hacia cualquier destino que no fuese ese que tenía frente a sus ojos. Los días seguían pasando y poco a poco fue incorporando cosas nuevas y sencillas a aquello que se parecía mucho a la rutina y en ese camino empezó a encontrarles placer. Empezó a darse cuenta que valía la pena dormir hasta tarde, empezó a encontrar un placer casi doloroso en
Totalmente de acuerdo!!!
ResponderBorrarGracias.
BorrarHola Astrid bonitos pensamientos tienes aqui tienes a un seguidor mas,un gran saludo desde Monterrey, México!
ResponderBorrarGracias desconocido.
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